La Biblia establece desde Génesis hasta Apocalipsis que Dios es infinitamente digno de nuestra adoración. El es nuestro Creador y Redentor. Su inmenso amor, su gracia infinita, su providencia divina para saciar nuestras necesidades y su cuidado paternal para darnos bienestar; todo ello invita a que respondamos en solemne adoración.
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. - Juan 4:23
Para poder entrar en la adoración con Dios tenemos que estar concientes de que es mas que simplemente decir “Gloria a Dios”, “Aleluya” tenemos que entender que nuestra vida entera tiene que ser una adoración a el, que cuando estamos en la escuela tenemos que adorarle, en el hogar tenemos que adorarle, en la iglesia venimos adorarle, esto no es un trabajo a medio tiempo sino a tiempo completo.
Es imposible exagerar la importancia de la oración en la vida del cristiano. Es la llave que abre la puerta a los recursos de Dios. Es aquello que hace que opere Dios en nuestras almas. Suelta el poder del Espíritu Santo, el cual, a su vez hace que la Biblia sea un fuego ardiente en nuestros huesos, y hace de la presencia de Cristo una realidad pulsante. La oración humilla el espíritu, abre los ojos a la verdad y nos capacita a ver y a andar en la voluntad de Dios. No solo quita las montañas, pero también fortalece la resolución. Por la oración, nuestras cuitas son cargadas en el Señor y hallamos gracia para resistir los ataques de Satanás y del pecado.